En 1883, la explosión del volcán Krakatoa hizo estremecer al mundo, causó cientos de víctimas y un estruendo que se escuchó a miles de kilómetros.
El volcán de la isla Krakatoa, situado entre Java y Sumatra, comenzó a revolverse meses antes con varias erupciones leves, pero el 27 de agosto de 1883 la Tierra escuchó el sonido natural más potente del que se tienen registros.
El volcán colapsó en una serie de explosiones en cadena que destruyeron gran parte de la isla y del archipiélago que la rodea.
La explosión fue de 200 megatones, 10.000 veces más poderosa que la bomba atómica de Hirishima y causó 36.471 muertes, tanto por la erupción como por el tsunami que ésta provocó.
Las crónicas de la época recogen testimonios que aseguran que pudo oírse en las Islas de Andaman y Nicobar, en India, a más de 2.000 kilómetros; en Nueva Guinea y Australia, a más de 3.200 kilómetros e incluso en islas del océano Índico situadas a casi 5.000 kilómetros; lo que supone que sería similar a que una explosión en Moscú pudiese ser oída desde Gibraltar, una distancia de 3.800 kilómetros, a una velocidad de 1.234,8 kilómetros por hora, significa que el sonido tardaría más de 3 horas en llegar.
Un barómetro situado en las minas de gas de Batavia, a unos 160 kilómetros de Krakotoa, registró un pico de presión equivalente a unos 180 decibelios de sonido. El umbral del dolor se sitúa en los 130 decibelios, 180 es una cifra tan alta que ese sonido no solo pudo oírse, sino también sentirse.
Ciudades de todo el mundo contaban con estaciones atmosféricas equipadas con barómetros que registraban los cambios en la presión atmosférica. Seis horas y 47 minutos después de la explosión del Krakatoa, una estación en Calcuta captó un pico de presión. A las 8 horas se dejó notar en Melbourne y Sídney. A las 12 horas fue en San Petesburgo, seguido por Viena, Roma, París, Berlín y Munich. A las 18 horas había llegado a Nueva York, Washington y Toronto. La onda siguió viajando, y durante los siguientes cinco días, estaciones meteorológicas de ciudades alrededor del mundo observaron como el pico de presión se repetía puntualmente cada más o menos 34 horas. Es el tiempo que tarda el sonido dar una vuelta completa a la Tierra. En total, las ondas de presión generadas por la explosión del Krakatoa dieron la vuelta a la Tierra entre tres y cuatro veces en cada dirección (aunque algunas fuentes aseguran que dieron hasta siete vueltas completas).
Pero no fue el sonido lo único con lo que el Krakatoa hizo estremecer al mundo. Según explica la Oficina de Meteorología del Gobierno de Australia, durante meses tras la devastadora explosión del volcán se pudieron ver en todo el mundo atardeceres espectaculares, como resultado del reflejo de la luz del sol en las partículas expulsadas durante la erupción a la atmósfera. Para hacernos a la idea de cómo eran esas estampas solo hay que observar el famoso cuadro El Grito de Edvard Munch. Investigadores de la Universidad del Estado de Texas explicaron en un estudio que el cielo que pintó el artista en 1893 sería una reproducción bastante fiel a cómo se veía el cielo en Noruega en 1883, tras la explosión que atronó al mundo.