¿A qué volumen máximo debemos usar los auriculares?

A la mayoría de nosotros nos gusta escuchar música alta. Pero ojo, no debemos sobrepasar nunca el nivel máximo aconsejado por los expertos – 85 decibelios – durante periodos cortos de tiempo. Excedernos nos puede traer graves consecuencias de salud.

Suena nuestra canción favorita y subimos el volumen al máximo. Todos nos hemos visto en esta situación en más de una ocasión. Esa emoción por disfrutar de un tema que nos encanta nos lleva a pasarnos con el volumen de escucha. Hacerlo de forma puntual no es tan perjudicial, pero convertirlo en algo reiterativo puede traernos graves consecuencias sobre nuestra salud.

Hay ciertos niveles de volumen que nunca deberíamos sobrepasar cuando utilicemos nuestros auriculares. Lo recomendable es no superar los 85 decibelios. Este nivel sonoro, según los expertos, es soportable por nuestros oídos durante un plazo de alrededor de ocho horas.

Prolongar el tiempo de exposición a ese volumen o aumentar el número de decibelios podrá generar daños en nuestro tímpano. Esto se acaba traduciendo en graves consecuencias sobre nuestra capacidad de audición, que se irá reduciendo y no será posible recuperarla.

Sin embargo, la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es más restrictiva y apunta a que no deberíamos utilizar auriculares durante más de una hora seguida sin realizar ningún descanso y a un volumen moderado. Y el máximo de tiempo al que podemos utilizarlos, a todo volumen, es de 4 minutos si no queremos arriesgarnos a sufrir daños.

Debemos estar atentos porque la mayoría de los dispositivos de reproducción de sonido son capaces de llegar a dicho nivel e incluso superarlo, de manera que muchos alcanzan incluso los 120 decibelios. Por eso, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que los mantenemos en un nivel adecuado para nuestra salud.La Organización Mundial de la Salud (OMS) va más allá y se muestra muy preocupada por este tema. Advierte que 1.100 millones de jóvenes de todo el mundo están en riesgo de sufrir pérdidas de audición debido a la exposición a ruidos que forman parte de nuestros hábitos cotidianos.